Desde chica sentí una profunda conexión con la cultura japonesa y su filosofía de vivir, y creo que mis obras reflejan muchos elementos que tomo de ahí. La importancia de la luz, la nobleza de los materiales, la pluma y la tinta china, y la valoración del velo: ese juego de ausencia/presencia que se desata a partir de la sucesión de capas de dibujo superpuestas que hace que sea difícil identificar que hay por detrás. El acto de desvestir.
Tuve la suerte de visitar en varias oportunidades Japón. Y en una de ellas, fui a Hakone, para subir al Monte Fuji en bici, y me hospedé por unos días en un ryokan aprendiendo caligrafía japonesa con la dueña, que era hija de un calígrafo del pueblo.
Le conté que mi perra se llamaba Inu (犬) y me enseño a dibujar su kanji.
Acá algunos registros de ese momento mágico y otro de mi Inu en el taller, que cuando se pone chinchuda, le digo Inés.